Tecnología exotérica y esotérica


Entre mis múltiples experiencias asociadas con los mundos espirituales, a inicios de la primera década del siglo XXI por intermediación de Ixamayo, mi entonces pareja, entré en contacto con una "canal de ángeles", cuyo nombre era Claudia Aguillón. Esta última sería uno más de los medios a través del cual recibiría, valiosa información desde otras dimensiones, sobre mi, mi pasado y mi futuro y se me revelarían acontecimientos que poco a poco se han venido cumpliendo y que más adelante incluso me llevarían a una más profunda comprensión de las realidades de esos llamados "ángeles" y me acercarían al contacto personal con ellos y sus dimensiones.

Una de aquellas sesiones en que se habló de eventos de mi vida actual asociados con mis vidas pasadas, sentí en mi interior preguntar si podría tener acceso directo y vivencial a las mismas y ello me fue concedido. Terminada la sesión, Claudia "regresó" del estado alterado de consciencia al que comúnmente entraba cuando canalizaba, pero como le era permitido mantener la consciencia cotidiana o común en paralelo, ella era consciente de los detalles de las sesiones y podía recordarlos y comentar, apoyar u orientar a los consultantes al final de las mismas.

Dado lo anterior, teniendo presente mi petición, Claudia me dijo que le llamara por teléfono posteriormente y que me daría los datos de quien sería el vehículo que me ayudaría para la experiencia que se me había concedido vivir.   

Algunos días después llamé como se me indicó y Claudia me dijo.
- ¡Te voy a dar algunos nombres y tu me dices cual te resuena! -. Sin más detalles.
Me parece que ella mencionó tres nombres de mujeres, seguro al menos dos, uno de ellos Mercedes, el que escogí y por lo mismo el único que recuerdo.
Una vez hecha mi elección Claudia me entregó su nombre completo que era Mercedes Hope y un número telefónico para que hiciera contacto, después de lo cual nos despedimos.
   
Tan pronto me fue posible llamé a Mercedes para concertar alguna cita. No tenía más antecedentes sobre ella o su trabajo y no me interesaba saberlos pues, derivado de mis experiencias previas, hacía mucho prefería evitar información racional que muchas veces limita la experiencia espontánea.

La cita quedaría concertada para dentro de algunos pocos días y se llevaría a cabo no muy lejos de la casa de mi infancia e igualmente en la cercanía del lugar donde años después tendría una de mis más significativas experiencias espirituales, mi re encuentro con el médium cubano Jorge Berroa.

Al llegar con Mercedes no hablamos nada personal. Si acaso le recordé lo único que ya antes antes le había mencionado vía telefónica y que era el hecho de que su referencia me había llegado por medio de Claudia Aguilón, sin intercambiar más ni mencionar expectativas.
Mercedes me condujo a su espacio de terapia, me pidió que me quitara el cinturón y otras cosas que cargara en mis bolsillos, que me descalzara, me acostara sobre una camilla boca arriba, cerrara los ojos y me relajara.

Una vez en la camilla sentí como Mercedes en silencio se colocaba a mi lado y poco tiempo después empecé a percibir energías que me rodeaban. Por un instante la curiosidad "me ganó", entreabrí muy ligeramente los ojos y pude observar sus brazos extendidos con las palmas de sus manos vueltas hacia mi cuerpo físico, a algunas decenas de centímetros, pero sin tocarlo.




Me fui relajando cada vez más y más y, en un tiempo sin tiempo, los minutos transcurrían sin que esperara nada ni buscara nada en específico. Solo atestiguaba el momento, disfrutaba y me dejaba llevar. De pronto mi ser entró en una especie de etapa como de exceso o saturación y no pudiendo contener más de esa energía que me llenaba plácidamente entré en un nuevo estado de consciencia. A diferencia de algunas vivencias posteriores en que me ha sido necesario pedir que se detenga quien me envía la energía pues la misma siento que llega a ser excesiva, en aquella mi primera experiencia, inconsciente totalmente de lo que ocurría, algo interno me indicó que continuara dejándola entrar.

De pronto empezaron a llegar imágenes y sensaciones que desplazaron mi percepción de mi mismo y de "mi presente" y en medio de una bruma húmeda vi a un personaje que sabía era yo mismo, en la espesura de la selva, vistiendo un extraño atuendo con un penacho de plumas de ave exótica e internamente sabiendo que era Maya. Especialmente notoria me fue la sensación de unos brazaletes grabados de piedra verde similar al jade o la malaquita, que aunque holgados, por su peso significativo oprimían ligeramente mis muñecas y tiraban hacia el suelo mis brazos.

La experiencia duró igualmente algún tiempo sin tiempo, yo solo atestiguaba. Las imágenes y sensaciones se disolvieron y mi cuerpo entró en una sensación como  de estar cautivo. De forma natural mis manos que desde el inicio descansaban a mi costado se colocaron por encima de mi cabeza halando mis brazos y mis piernas se estiraron como si algo las halara igualmente en dirección contraria. Tenía la clara sensación como de estar amarrado con gruesas cuerdas y/o grilletes de los que no podía liberarme, como en un calabozo hace algunos siglos. Percibía mi cuerpo tenso pero igualmente algo en mi interior me decía, tranquilo solo observa y con esa sensación dejaba a mi cuerpo expresarse y atestiguaba sin alterarme emocionalmente. Transcurrido algún tiempo mi cuerpo regreso a la posición inicial con las manos a los costados y se relajó totalmente una vez más. 

Regresaba de cuando en cuando, por instantes, a la consciencia ordinaria y percibía con los ojos cerrados como se desplazaban alrededor de la camilla, tanto el cuerpo físico de Mercedes como las energías que la acompañaban. Sentía como ella mantenía sus manos sobre mi, pero la sensación de su energía variaba, hecho que me indicaba asimismo cambios en la posición y altura de sus manos.

Tuve una tercera experiencia, bastante menos intensa y brumosa, como la primera, en que me percibí no tanto a mi mismo sino como sobrevolando una calle entre edificaciones de piedra rumbo hacia una alta torre. Algo en mi interior sabía que las imágenes correspondían a Sevilla, ciudad vinculada con mis ancestros por la linea paterna, pero que no he visitado, en esta vida al menos.

Regresé a ese estado intermedio al que accedía entre cada una de las experiencias y tuve la que sería la última y más impactante de ellas. Si bien una parte de mi mente, la racional también conocida como "la voz del ego" o "la loca de la casa" estaba aquietada, no dejaba de intentar hacerse presente y de cuando en cuando, entre las vivencias o en medio de ellas le escuchaba opinar como es siempre su costumbre y decía; ¡Te lo estás inventando!, a lo que otra voz más suave respondía simplemente ¡Relájate y déjate llevar!. Actuando ambas para mi de forma, un tanto más consciente en esta experiencia, la eterna lucha interior entre la fe y la razón. La dualidad de la femenina intuición y la mente masculina que cuando llega a ser Unficada, permite alcanzar un estado Superior.

Súbitamente empecé a escuchar el sonido de algo que no tardé mucho en reconocer como el ruido de las aspas y el rotor de un helicóptero. Inicialmente ello me sobresaltó un poco sin comprender el por que, pero ahora era la mente racional la que entraba en acción y me tranquilizaba afirmando ¡Es normal, estás en una gran ciudad, en el siglo XXI, es tan solo un helicóptero!. Poco a poco fui percibiendo el sonido de aquel helicóptero más y más intenso y anormalmente cercano y ello me inquietaba pues literalmente los sentía sobre mi, mucho muy cerca, aunque la explicación racional continuaba tranquilizándome. Lo que si no me pude explicar de forma racional, fue el hecho de que de pronto empecé a escuchar disparos de ráfagas de ametralladoras. Mi visión interior estaba totalmente obscurecida, pero escuchaba claramente los sonidos. Algo así como presenciar una película a todo volumen, pero sabía que yo estaba en la escena, no veía nada pero sabía que no era a mi quien apuntaban las ametralladoras, yo estaba detrás de ellas. Antes de que las percepciones de esa escena finalizaran a mi mente llegaron las siguientes palabras  “Segunda guerra mundial” y “Alemania”. Un instante después regresé al silencio y la calma con que en general había transcurrido toda la sesión.

Me relajé y pasado algún tiempo que no puedo precisar, desperté. No recuerdo si de forma espontánea o debido a la voz de Mercedes quien me llamaba suavemente, y abrí los ojos. Muy lentamente me fui incorporando, bajé de la camilla,  me calcé y tomé mis cosas. No hubo mayor intercambio entre Mercedes y yo excepto las comunes preguntas e indicaciones sobre como me sentía y que me tomara mi tiempo. Pagué mi sesión, me despedí y llevando mis vivencias, reflexionaba mientras caminaba hacia mi auto de regreso a casa.

Durante algunos años no supe nada de aquella experiencia en concreto, aunque poco a poco, como me ocurre comúnmente, me iban siendo entregadas confirmaciones o información complementaria asociada a mis vivencias. Aquellas no serían la excepción incluida la que correspondía al encuentro con Mercedes.

Una tarde conversando con Mónica Herrera, mi siguiente compañera y ahora ex pareja, por entonces terapeuta y vinculada tiempo atrás y durante alrededor de medio año con el médium cubano Jorge Berroa como alumna, pero sin ella comprender mucho de la parte más profunda de su trabajo debido a que aun la frecuencia inconsciente en que ella se encontraba estaba centrada más en lo mágico y que por el significado simbólico que representa la pareja (dualidad unificante ánima-animus) debía ser igualmente de forma inconsciente mi caso. Ambos, interesados en el mundo espiritual debimos recorrer juntos, durante cerca de una década, el camino hacia octavas superiores rumbo a la vivencia de lo milagroso, en tanto deshacíamos nuestras ilusorias fabricaciones tanto individuales como de pareja.

El caso es que mientras le relataba a ella la presente experiencia, mencioné el nombre completo de Mercedes y ella se sorprendió pues la conocía de cerca al igual que sabía de su trabajo. Sería a través de Mónica y varios años después que ahora yo tendría detalles de Mercedes. Mi entonces compañera me mencionó de algún vínculo entre Mercedes y España. Me parece recordar algo así como que posterior al tiempo que la conocí ella había ido a vivir allá. Curiosamente en el presente ambas se encuentran vinculadas con ciudades de nombre Valladolid. Mónica con la ubicada en Yucatán, México después de nuestra separación y Mercedes con la situada en Leon-Castilla, España. A mi me fue enviada, desde aquellas tierras, una pareja literalmente cosmopolita (de nombres terrestre y galáctico Mónica y Stellablu, respectivamente. Nombre este último con el que me refiero en general a ella para evitar confusiones, sobre todo escritas), que entre sus múltiples "nacionalidades" de este y otros planos, tiene raíces catalanas.

Mónica, mi entonces recién pareja, me comentó que creía saber de mi caso pues Mercedes alguna vez le había comentado de una experiencia singular ocurrida durante una de sus primeras sesiones. Recién comenzaba el trabajo regular en su espacio de terapia por el tiempo que yo la conociera, después del correspondiente entrenamiento e iniciaciones que ahora yo sabía por Mónica que era de terapia energética Reiki. En esa sesión, me comentó Mónica, había llegado a Mercedes un paciente hombre que parecía corresponder con mi edad y que había tenido peculiares reacciones durante la sesión, mismas que concordaban con las mías, según lo que recordaba que Mercedes le había platicado.

Ahora, en el año 2014, las anteriores vivencias se vuelven especialmente significativas en relación con las investigaciones en las que he sido involucrado como me había sido predicho años atrás, asociadas con la energía bio-cósmica (denominada Ki en el Japón), y su relación con la sintonía de realidades sutiles y paralelas con las correspondientes percepciones de sonido e imagen así como con la decodificación de información asociada a eventos o “vibraciones custodiadas” en el entramado del espacio-tiempo e incluso más allá y que experiencias como las anteriores demuestran que es posible acceder a las mismas tanto por medio de la tecnología exterior o exotecnología, como por una vía interna o esotérica. Latente en espera de nuestro desarrollo interior.

En el caso material dando origen a receptores tanto de radio como de psicofonías (audio), visores remotos en el mismo tiempo como los televisores y hasta cronovisores que permiten ver a través del tiempo. Igualmente mandos a distancia controlados por medio de energías sutiles operando en octavas superiores a las de la electricidad y la luz. Vuelos por medio de aeronaves y hasta teletransportación, etc., y en el caso sutil o espiritual, por medio del desarrollo de facultades como la clariaudiencia, videncia y precognición, acción energética a distancia o telequinesis, teleportacion y bilocacíon, con las consiguientes implicaciones y limitaciones según la vía tecnológica seleccionada.

¿Acaso ambas realidades, la material de la tecnología exotérica o externa con la que comúnmente estamos más familiarizados, manejamos de manera cotidiana y la cual puede incluso volvernos dependientes y hasta controlarnos si la usamos de manera inconsciente, y la sutil de lo espiritual, esotérico o interno pueden llegar a conjuntarse en un estado Superior donde con el corazón abierto y en Unidad, sea posible trascender las limitaciones impuestas por la dualidad, abriendo con ello portales ocultos que nos permitan acceder a nuevas e ilimitadas realidades?.









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